Crítica: «Proks. Evasión de impuestos», todo por la pasta

Josep Busquet es un de los pioneros en esto del webcomic en nuestro país. Autor incansable, con una producción abrumadora y una media de calidad siempre alta, es también uno de los responsables de esta obra, Proks. El otro autor, que firma las tintas (digitales) es Yayu, un polifacético ilustrador que igual te planta un tatuaje que se curra un libro de texto.

Ambos creadores colaboraron en la creación de esta obra hace ya varios años y cuenta con distintas ediciones… incluso se puede encontrar en formato digital a través de la editorial que actualmente la comercializa: Fandogamia Ediciones. Pero a los que nos gustan los cómics, que tenemos mucho de fetichista/coleccionista, nos puede esa sensación de leer en papel. Lo saben en Fandogamia y se han marcado una nueva edición, que incluye páginas extras, y que recupera esta genial historia, tan sencilla como entretenida.

Estamos en un mundo medieval de fantasía habitado por personajes antropomorfos. Con diseños cercanos al típico cuento pero con un planteamiento nada infantil. Los protagonistas son Tobu y Brakk, los recaudadores de impuestos del reino. Uno es afable y bonachón, y sabe algún que otro hechizo defensivo y de «administración» (muy útil para su oficio). El otro, es un pequeñajo cascarrabias y con muy malas pulgas que, además, es tan diestro en el combate que casi no tiene rival. Algo también muy útil para su oficio.

El problema llegará cuando unos seres medio ardilla y medio gremlins les roben todo lo recaudado. Ellos no dudaran en ir a buscar el cargamento… pero el señor del reino no va a tener la paciencia suficiente para esperar a que ellos rescaten los impuestos perdidos y mandará a sus mejores guerreros para que los recuperen y para que eliminen y ajusticien a los dos recaudadores. A partir de ese momento pasarán a ser proks, que viene a ser algo así como fugitivos. Una jugosa recompensa para quien o quienes los atrapen… lo que pondrá a todo el reino tras Tobu y Brakk, dificultando aun más su tarea de recuperación de lo robado.

A lo largo de la aventura encontramos muchas sorpresas y giros y sobre todo mucha acción y diversión. Es una historia que no para un momento y siempre están sucediendo cosas, con los protagonistas en constante movimiento y escapando de aquí y de allá por los pelos. Esto hace que el cómic se lea del tirón casi sin darnos cuenta, más allá del buen rato que estamos pasando. Busquet sabe crear una aventura vertical y dinámica que no nos da tregua ni respiro y nos hace disfrutar. Se combina con ese dibujo sencillo y caricaturizado de Yayu, que refleja un mundo fantástico con los elementos justos y precisos, sin alardes ni excesos… pero suficiente para que todo sea coherente y creíble.

La palma en este aspecto se la lleva el diseño de los personajes, que parecen todos sacados de una fábula… pero pasados por un extraño filtro. Trazos finos y limpios que dan vida a toda una fauna de personajes muy expresivos y ágiles.

Y lo mejor de todo es encontrarte con un cómic que te sorprende por su calidad. Una calidad que casi no esperabas y que se traduce en una experiencia lectora de lo más satisfactoria. Acabas de leer sus casi 200 páginas y te das cuenta que has reído, disfrutado y hasta has padecido con las peripecias de estos dos personajes. De que les has acompañado en una aventura redonda fantásticamente concebida.

Os animamos a que os acerquéis a ella, porque sin duda vais a sorprenderos con esta en apariencia intrascendente aventura de dos simples recaudadores de impuestos… pero mira, las vueltas que da la vida. Sobre todo si se mezcla el buen hacer de dos grandes autores. Se nota que es un cómic que disfrutaron haciendo, un proyecto que adoptaron con gusto y con ganas. Su frescura y lo divertida que es lo evidencia.

Un párrafo final para la edición de Fandogamia. Edición con solapas y papel satinado, que resalta la tinta de los dibujos y, por tanto, el arte gráfico de la obra. Recuperar en papel el material disponible en formato digital es un acierto cuando se hace con esta elegancia y pulcritud. Esta obra lo merece.