Críticas de literatura

Crítica: «El fin de la ciudad», de Patricio Martínez

Resumen de la Crítica

Originalidad
Calidad
Adicción

Desconcertante

Egocéntrica y monomaníaca versión del holocausto zombi

Valoración de los Usuarios 4.21 ( 7 votos)

El llamado género Z nos ha dado muchas sorpresas en los últimos años. Principalmente en el sello Dolmen, autores de la talla de Manel Loureiro, Carlos Sisí, Juan de Dios Garduño, Víctor Blázquez, Víctor Conde y otros más nos han ido presentando sus particulares versiones del apocalipsis zombi. Siguiendo la línea marcada por George A. Romero y llevándola más allá con sus obras, este excepcional grupo de autores ha traído la pandemia a nuestro territorio en más de una ocasión, pintando un panorama desolador y carente de esperanza. Pero, ¡cuántas horas de gozo para los aficionados al terror!

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Aunque la fiebre por estas novelas parece estar en retroceso (editoriales como Tyrannosaurus Books expresan claramente en su web que no aceptan más manuscritos de novelas Z), todavía siguen apareciendo algunas aquí y allá. Es el caso de El fin de la ciudad, del autor valenciano Patricio Martínez, que con esta obra se estrena ante la legión de aficionados al fantástico. Unos aficionados que, dicho sea de paso, cada vez son más difíciles de sorprender y que tienen el nivel de exigencia muy alto tras leer a los autores antes citados. Sin duda, el mejor momento para debutar con una novela Z ya ha pasado a la historia.

Ante este panorama, la única opción válida parece ser tratar de ser original en cuanto a planteamiento y desarrollo. Afirmar que ya está todo escrito en este o cualquier género sería incurrir en una falacia absurda. Por lo tanto, es posible encontrar alguna que otra sorpresa inesperada. En este caso, Patricio Martínez nos planta en mitad de una ciudad casi desierta tras el holocausto zombi (unos zombis al uso, sin ninguna característica especial), en que cada individuo es una isla y los muertos vivientes simbolizan la alienación del individuo ante la sociedad. Un viaje interior en el que el protagonista, un personaje desquiciado (y quién no lo estaría en una situación así) trata de llevar una vida lo más normal posible, dentro de las circunstancias.

A lo largo de la novela aparecen numerosas alusiones a los videojuegos
A lo largo de la novela aparecen numerosas alusiones a los videojuegos

Pronto nos daremos cuenta de que él mismo ya era un individuo con una enorme carga de alienación antes del holocausto, con lo que la nueva situación no supone una gran diferencia. En ocasiones, solo parece echar de menos poder jugar con sus videojuegos, ver sus películas y escuchar su música preferida. A medida que avanza la narración, iremos profundizando más en el pasado y las obsesiones del protagonista, siempre desde el interior de su mente y bajo su particular percepción de la realidad.

La tónica general de la historia es la explicación del mundo exterior a través del mundo interior del personaje, cuya educación se ha basado en la informática, los videojuegos, las películas exploitation y la música de su adolescencia. Salpican la narración numerosas referencias a los temas anteriores, que sin duda harán sonreír a más de un aficionado que esté familiarizado con los términos. Sin embargo, el autor se ha metido en una camisa demasiado estrecha a la hora de contar la historia; todo está contado en segunda persona, tal vez con el objetivo de simular la sensación de estar jugando a un videojuego. Una apuesta arriesgada que produce una sensación opresiva en el lector, en ocasiones resultando demasiado claustrofóbica y dificultando la fluidez del relato.

Del mismo modo, ha optado por un estilo indirecto libre desprovisto de adornos, si acaso alguna acertada asimilación de situaciones que se dan en los videojuegos con escenas de la vida real. Es un estilo nada comercial y difícil de digerir por la mayoría del público, además de arriesgado para un autor novel. Mi impresión general es de que no se trata de una novela en absoluto, sino más bien de un relato largo, demasiado largo y que además tiene como colofón lo que los ingleses denominan fiddle finale, algo así como final abrupto y poco trabajado. Se echa en falta más sustancia en la trama, más redondez en los personajes, alguna subtrama atrayente, elementos de suspense y, por supuesto un clímax a la altura de las circunstancias. En definitiva, más novela.

 

 

Julio M. Freixa

Escritor pulp con aviesas intenciones. Sigue mis historias en las siguientes editoriales: Pulpture, Dlorean, NeoNauta Ediciones, P.U.L.P. y Action Tales.

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