Críticas de cómics

Crítica: “Kei, Crónica de una Juventud vol. 3”. El Bueno, el Feo y el Cuervo.

Resumen de la Crítica

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“Los críos humanos y los críos cuervos son iguales”

El mito de Kojima se eleva a niveles de divinidad en espera de que todavía encontremos nuevos hallazgos de poesía narrativa gráfica.

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Sin darnos cuenta, nos encontramos ya con el tercer volumen de esta apasionante historia donde la doble K sigue profundizando en su canto de amor a la era de esplendor de Edo. La búsqueda del amor perdido no cesa para Kei a pesar de los obstáculos que se encuentra por el camino tras las paradas solidarias donde el cambio en las vidas de quien se encuentra es el común denominador. Ya en el anterior tomo habíamos dejado al protagonista en compañía del desconcertante Makabe y su cuervo Yokutaro en plena huida, transitando por los parajes rurales de su larga travesía provocando poco a poco el regreso a la humanidad de este involuntario socio. Sin duda la creación de este triunvirato pobre nos depara hasta el momento los mejores momentos de la obra, una extraña buddy movie con mascota como eje de unión con muchos elementos de comedia, drama y acción, contando incluso con una estupenda historia de origen maravillosamente narrada. Hasta que punto la pericia de los autores es tan alta que uno no puede dejar de leer una historia donde los únicos actores son un cuervo y su amo (o padre, o amigo…) Descubriremos el porqué de la amistad de Makabe y su cuervo en una deliciosa historia de amor y redención donde se nos permitirá conocer mejor al primero, desterrando conclusiones precipitadas, desenlace dominado por los autores al dotar de trasfondo a esos personajes canallescos prejuzgados por el lector de forma inevitable pero injusta a la vez para su sonrojo. Esto además derivará en el primer giro serio de la obra al presentar a Kei con un nuevo aliado que se ha convertido para el que suscribe en una de las mejores creaciones de la doble K en su extensa obra, el cuervo Yokutaro. Un gran recurso que permitirá al protagonista dirigirse al lector sirviéndose del animal. El cuervo Yokutaro rezuma humanidad por los cuatro costados, en lo bueno y en lo malo, construyéndose en torno a él una mitología tan rica como la del propio Kei. Tiene mucha “personalidad”.

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No solo será interesante el devenir del protagonista, sino el de su alado socio posicionándole en ese grupo del reino animal que las grandes obras del comic nos ha dado, Yokutaro es el Milú o Idefix para lectores adultos. Una vez que se ha ganado tu corazón no puedes dejar de preocuparte por él. Brutal creación. Este hito tiene lugar en el capítulo octavo del arco argumental “Karen”, “El pájaro de la promesa”, no sin antes destacar el episodio anterior que es una absoluta maravilla de arte gráfico-narrativo. El episodio séptimo “Poema del cadáver blanco” se ha convertido ipso facto en uno de mis episodios favoritos de toda la obra de Koike y Kojima. De toda. Es un capítulo de excelso combate en un alarde de movimiento y dinamismo que absorbe todo lo visto anteriormente. Si en Hanzo, Lobo o Asa fuimos testigos de acrobacias gráficas, observando las viñetas una a una sin solución de continuidad las páginas se transforman en planos de movimiento continuo al igual que en esos pasatiempos gráficos donde uno pasaba cada esquinita y el personaje se movía, pues eso. Solo que el truco de pasar el dedo es sustituido por la propia mirada del lector donde el anterior artificio es ninguneado. Las páginas 79 a 99 presentan un combate de Kei y Makabe contra varios adversarios en el que ambos se funden en una máquina de matar de dos cabezas en una secuencia de acción mítica donde solo falta banda sonora. Kojima se apropia de la vida del lector en apenas segundos gracias a veinte páginas magistrales. Codo con codo, los socios se intercambian posiciones en continuo movimiento, lanzando estocadas precisas cepillándose a quien sale a su encuentro. El estudio de técnica y movimiento por parte de este señor para dar a esta secuencia una imagen de acción real es tan soberbio que sencillamente no se como explicarlo con palabras. Es impresionante.

Si el clímax de la obra ha tocado techo en el episodio citado en lo que acción se refiere, y siempre sin perjuicio de que más adelante nos vuelvan a sorprender, en lo que respecta a dramatismo, el último episodio de este segundo arco, “El caqui que no se conoce a sí mismo” es un claro exponente del drama interno en situaciones injustas en materia de crimen y castigo. Acusado injustamente por un crimen que no cometió, Kei se enfrenta a la amenaza más clara hasta el momento. Siendo torturado física y emocionalmente sin dar un brazo a torcer, el nivel de ansiedad en el lector aumenta por el grado de suspende alcanzado. Ya puede ocurrir lo que sea que interrumpir su lectura es inútil, las manos y el manga se transforman en una masa uniforme de imposible división. La necesidad de averiguar como Kei va a salvar la situación se equipara al que necesita agua en un desierto. Además, conoceremos algo más de la vida de este gracias a una bella historia centrada en su infancia con un trasfondo paternofilial muy emotivo, que permite hallar esa huella divulgativa tan marca de la casa en una sociedad tan lejana para nosotros en el tiempo y en la historia que procura alimento al intelecto del lector.

En mi opinión el tomo más redondo de los tres publicados, donde el mito de Kojima se eleva a niveles de divinidad en espera de que todavía encontremos nuevos hallazgos de poesía narrativa gráfica.

Kei No Zeishun, Koike Shoin Publishing Co, Kei, Crónica de una Juventud vol 3, ECC Ediciones. Rústica. Blanco y Negro. 368 pags. PVP: 13,95 €. Fecha de edición: Enero 2016.

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