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Crítica: “Nadie”. Breccia Top One.

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“Su nombre no es conocido. Lo llaman...Nadie.”

En lo gráfico, “Nadie” es absolutamente recomendable pero para lo eruditos de la narración gráfica, un obligado.

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Nadie” consagra a Carlos Trillo y Alberto Breccia como pareja histórica de la historieta. Ese lugar donde ahora Brubaker y Phillips dominan el mundo. A finales de los setenta, los dos autores sudamericanos se introdujeron en el mundo del espionaje sintetizado en apenas doce páginas joyas del cómic de este género pero con un marcado tono noir, gracias a la iluminación en claroscuro del uruguayo arrojando un resultando gráfico sobresaliente.

Historias con planteamientos muy simples pero llenas de molonidad reconocibles de tipos invencibles, enfocadas a sacar de sus rutinas a los lectores de toda índole. Los casuales como los especialistas. Pero como Breccia es uno de lo más grandes profesionales que ha dado el medio en toda su historia y en esta época estaba en una de sus cúspides creativas, sin quererlo, tanto los primeros como los segundos, se encontraron ante doce páginas de arte gráfico narrativo en estado puro. Pero cuando además el uso de la iluminación a través de la tinta lleva a tal nivel de grandeza que combina recursos puros del expresionismo, para arrojar luces y sombras desde ángulos imposibles a fin de mostrar incertidumbre y horror, y a su vez estilos más clásicos buscando alumbrar de forma natural lo que la naturaleza proyecta en función de la hora del día o la orientación de la luna. El ojo experto de la composición se va a encontrar aquí con un manual a muchos niveles.

Me imagino que Frank Miller debió ver esto alguna vez para su Sin City. Además, físicamente Nadie se parece mucho físicamente al primer Dwight. Eduardo Risso, por proximidad, estoy casi convencido. Pero debo reconocer que es asombroso y una gozada visual el uso de luces y sombras de cada viñeta, buscando como divertimento paralelo a la lectura el origen de luz natural en exteriores o localizar el punto de partida artificial en interiores porque me parece un ejercicio de estilo magnifico por la uniformidad y coherencia del conjunto. Y ojo, que ocurre siempre en momento de impacto, en amplias panorámicas en exteriores con muchos elementos naturales y dentro o fuera de grandes arquitecturas, para resaltar lo detalles más impactantes de los intereses en juego, en la acción gestual y de movimiento (sobre todo en tiroteos) y en las anatomías cuando el drama lo exige. Que tampoco Breccia va a dar un master de iluminación gráfica para una conversación en un despacho. Pero vamos, que cuando hay que darlo todo, Breccia lo da todo. Y aquí, no falla.

Y cuando toca el palo expresionista y se aleja de esa realidad de la luz, llama la atención el recuerdo audiovisual de los genios de este estilo fotográfico cuando Breccia resalta grandes rostros fantasmagóricos o luces en rincones imposibles.

Y en relación a las historias, Trillo nos embauca en el mundo del espionaje y el fontanerismo de las democracias occidentales de finales de los setenta con chanchullos en política, exterior e interior con Nadie, un sosías de las novelas y películas de agentes secretos a lo James Bond, UNCLE, El hombre que vino el frío o Misión Imposible. Apenas profundiza en la psique del protagonista más allá de lo insuperable en destreza e inteligente que es, cuyos valores morales los iremos conociendo a través de sus apoyos narrativos, su socio de misiones, el no-alivio cómico, muy de ficción argentina, en nombre y fondo (“Payaso”), y su enlace gubernamental (su “M”, vamos), Sir Frederic Masters. Y a partir de aquí, misiones dentro de su Inglaterra natal y algún que otro viaje en defensa de los intereses ingleses y globales con la guerra fría como telón de fondo.

La obra bosqueja por estos parajes con el interés que su grandeza gráfica propone hasta que en su mitad pega un giro total, que sin profundizar al respecto pero con sorpresa mayúscula, abandona el ritmo simétrico y encapsulado de episodio autocontenido teniendo lugar una serie de historias cerradas pero conectadas a través una historia río que transforma la obra totalmente. Confunde tanto para bien, que la confortabilidad casi aburrida del principio cobra más sentido como excusa preparatoria o como entrenamiento en el manejo de personaje necesario para enfrentarte realmente a lo que estar por venir. Pero es que a su vez, recuperado del cambio argumental y más o menos ubicado, sigue habiendo sorpresas y continúan rompiéndose los esquemas preestablecidos. Por cierto, se recupera un personaje de ficción mítico que coincide con lo anterior, cuyos derechos siempre han estado en conflicto, sobre todo ahora y con un peso editorial muy pesado.

En lo gráfico, “Nadie” es absolutamente recomendable pero para lo eruditos de la narración gráfica, un obligado.

Nadie, Herederos de Carlos Trillo/Alberto Breccia. Nadie, ECC Ediciones. Cartoné (220 x 295 mm). 176 páginas. Blanco y negro. Pvp: 19,95 euros.

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