Críticas de cine

Crítica: «Caperucita Roja, ¿a quién tienes miedo?». A Catherine Hardwicke.

Resumen de la Crítica

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Tras su implicación como realizadora en el fenómeno adolescente de la saga “Crepúsculo” no escasearon los rumores del desastroso trabajo que hizo Catherine Hardwicke, dejando tras de sí un lamentable montaje que tuvo que ser arreglado por terceras personas.
 
El resultado final de “Crepúsculo”, al fin y a la postre, fue bastante aceptable (gustos argumentales aparte), pero parece que el nuevo proyecto de Hardwicke, “Caperucita Roja, ¿a quién tienes miedo?”, no ha sufrido la misma suerte.
 
Desde un principio estuvieron bastante claras las aspiraciones de la directora: crear un éxito adolescente similar al del suculento proyecto del que había sido apartada.

Y para ello había que emplear elementos comunes a lo que actualmente causa la fiebre entre las féminas más jóvenes (y no tan jóvenes): un triángulo amoroso entre una chica y dos chicos jóvenes y guapos (si uno de ellos tiene un aire al Edward Cullen de las películas, mejor que mejor), que en las escenas esté nublado todo el tiempo (y si es posible, que llueva, nieve o haya un bosque), un hombre lobo o criatura sobrenatural de por medio, y un cuento infantil.
 
Las salas de cine se llenarán (al menos durante el primer fin de semana, antes de que se corra la voz de que la película es una risa) de niñas de entre quince y veinte años, de alguna que otra pareja (novio resignado), y el hecho de recaudar unos cuantos millones de dólares está más que asegurado.
 
El que luego nos demos de cabezazos contra la butaca de enfrente durante la proyección de la película ya es cosa nuestra.
 
Porque esto es lo que ocurre al tratar de forzar un éxito adolescente prefabricado, que ni si quiera tiene la excusa de estar basado en un libro.
 
Y así es como esta historia sin sentido transcurre entre un sinfín de diálogos absurdos que más parecen sacados de una parodia, aunque los de “Híncame el diente” estaban mejor logrados.
 
Personalmente, me quedaría con la afirmación del cazador de hombres lobo (Gary Oldman), que lanza: “¡Es una bruja porque lleva una capa roja! ¡Es el color del demonio!”; y cuando más adelante añade: “¡Ponedle la capa roja de ramera!”. Mortal el abanico de posibilidades que les abre la capita, y más si se pronuncia con el tono sobreactuado de Oldman.

También son [b]exasperantes las escenas de amor[/b], en medio de las cuales se empieza a sentir una vergüenza ajena (y propia, por estar viendo eso), y que se alejan bastante de su objetivo inicial (aunque no soy capaz de decir cuál es ese objetivo).
 
No faltan tampoco incoherencias argumentales que nos dan para una enciclopedia de preguntas sin resolver. Como por ejemplo:
 
¿Por qué todo el mundo en el pueblo sabe que Valerie (Amanda Seyfried) va a ser casada con Henry (Max Irons) menos ella? ¿Por qué el hombre que está enamorado de ella, Peter (Shiloh Fernandez), le cuenta alegremente que va a ser casada con otro y por qué ella lo acepta tan tranquilamente? ¿Cómo la abuelita le tenía ya preparada la “capa roja de ramera” como regalo de boda, si la noticia es tan reciente? ¿A qué velocidad teje? ¿Por qué la hermana de Valerie es asesinada un día y a la noche siguiente está toda la aldea de fiesta (Valerie y sus padres incluidos)? ¿Cómo le puede importar tanto Valerie a Henry si no han hablado nunca? ¿Y por qué Henry es un clon del Robert Pattinson de “Crepúsculo”?
 
Seguro que me dejo por el camino más incoherencias divertidas, pero quizá el error o trampa argumental más grande sea //AVISO SPOILER// el hecho de que se nos muestren continuamente fotogramas de aquellos que pueden ser el lobo, menos el de la persona que lo es, justamente.//FINAL AVISO SPOILER//
 
Eso resulta hasta ilícito, llegando a un final inesperado, eso sí, pero sin mérito alguno.

Por lo demás, resulta complicado distinguir si la actuación de los actores es mala o si los pobres no han podido hacer gran cosa con semejante guión. Ni [b]Gary Oldman, pese a su prestigio, hace un buen trabajo, y podemos ver a una Amanda Seyfried salvable, aunque no se decida a participar, pese a su gran potencial, en un solo proyecto que verdaderamente merezca la pena.
 
 
Y todo esto se ve envuelto por una fotografía y un montaje muy poco aprovechados para los paisajes que se muestran, y que parecen sacados de una película de serie B o de un telefilm.
 
En su defensa (porque después de todo parece complicado salvar algo), se puede decir que la cinta nos permite pasar un buen rato. Y pese a sus cien minutos de duración, la película no se hace larga en absoluto y resulta bastante entretenida para los amantes de los líos amorosos (y por la gracia de lo absurdo).
 
La película sería pasable…si fuera el capítulo de una serie.
 

Marta C. Catalán

Foto, vídeo y gestión cultural. Aprendiendo a gestionar vías de escape al aburrimiento.

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