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Crítica: «Los Pitufos: Operación Vilhoja». Pitufando plataformas

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Pitufantes plataformas para toda la familia

Una no tan sencilla aventura de plataformas 3D, con gráficos mejorables y diversión asegurada para toda la familia

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Hace unos meses recibíamos la noticia de que Meridiem Games y Microids, dos responsables de adaptar a nuestros mandos alguna que otra franquicia de animación (como Marsupilami o Astérix y Obelix), preparaban ‘Los Pitufos: Operación Vilhoja’, una nueva aventura de Los Pitufos que sería lanzada para la híbrida de Nintendo este 5 de noviembre. 

El teaser, que ponía en su centro a un curioso artilugio, el pitufumigador, como si de un comercial de jardín se tratara, prometía una aventura de lo más curiosa y divertida. Y no se equivocaba. Al menos, con este dispositivo. 

En esta nueva entrega, los pequeños seres azules deberán proteger la aldea de una malévola vegetación llamada Vilhoja, ideada por Gargamel para atrapar a los pitufos. Manejando a Fortachón, Pitufina, Filósofo y Chef, deberemos salvar al resto de compañeros de aldea, atrapados en vilesferas, y librar de esta contaminación los lugares del pequeño mapa que compone este universo. 

Operación Vilhoja‘ se trata de una aventura de plataformas 3D que a veces nos dejará movernos en un mundo relativamente abierto (con bastantes limitaciones, pero aun así extenso), desde la perspectiva de la tercera persona, mientras que otras jugará con espacios que solo nos permitirán un desplazamiento lateral, dando otro aspecto al juego, con planos más generales y un carácter más tradicional.

El estudio ha desarrollado el juego teniendo en cuenta tres niveles dificultad. Su aspecto infantil puede tentarnos a escoger el reto más duro, pero no nos dejemos engañar por su apariencia amable porque puede desquiciar a algunos jugadores experimentados (aunque por lo general, tiende a ser bastante asequible). Con estos tres niveles de juego la compañía ha tratado, de forma muy inteligente, de hacer partícipes de esta aventura a todos los integrantes de la casa: desde los más pequeños (es un buen juego para iniciar a los más jóvenes en las plataformas y el manejo del mando: sin demasiadas complicaciones en torno a la dinámica de juego), hasta los que piensan que una aventura de aspecto tan inocente no puede suponerles un desafío.

Las plataformas 3D se alternan con una presentación de cada capítulo de la historia a modo de libro que pasa sus páginas mediante un narrador, que no es otro que pitufo Poeta narrando la historia. No obstante, así como esta parte está magistralmente aprovechada en otros juegos que probamos recientemente como el ‘Lost Words: Beoynd the Page’ (altamente recomendable para los amantes del indie), en este caso esta estrategia es meramente decorativa, no permitiéndosenos interactuar de ningún modo con estas introducciones. 

Respecto al mapa, este es considerablemente pequeño, y, una vez lo desbloqueemos en su totalidad (lo cual tampoco es complicado), no nos costará nada viajar de un lugar a otro solo con seleccionar un punto. Tampoco cuenta con demasiados escenarios y es cierto que se echa de menos un cambio estético más palpable entre ellos. Al final todo se reduce un poco a las mismas plantas venenosas que debemos curar con el pitufumigador, que pasan del morado al verde naturaleza; mismas setas u hongos flotantes en los que debemos rebotar y, en definitiva, mismos elementos situados de diferente manera para conformar un divertido circuito tras otro de plataformas, pero sin demasiada pretensión artística. Tampoco son muchos ni muy variados los pequeños enemigos que saldrán a nuestro paso a lo largo del juego.

Si acaso, lo que más evolución presenta de esta aventura es este pequeño fumigador, verdadero protagonista, que termina por ser el elemento más ‘complejo’. No en vano es el punto central del teaser del juego, dejando a los pitufos que manejamos en un plano secundario, sin que cambiar de personaje suponga ninguna variación en la historia o el manejo del juego. 

Al menos, sin tratarse de los intrincados árboles de skills de cualquier RPG que se precie, el pitufumigador sí que presenta una serie de mejoras que nos será posible realizar si reunimos los suficientes materiales y los llevamos hasta el taller de pitufo Manitas. Estos materiales se encuentran esparcidos a lo largo y ancho de nuestro pequeño mundo y deberemos jugar, e incluso rejugar, empleando bien las habilidades que este artilugio nos confiere, para conseguir todas estos coleccionables que nos permitirán completar el juego al 100%. 

Así, pese a que la aventura principal puede ocuparnos poco más de 10 horas, la rejugabilidad, para los más minuciosos en lo que a completar juegos se refiere puede extenderse unas cuantas horas más. 

Uno de los puntos a favor de ‘Operación Vilhoja’ es quizá que cuando creemos que tenemos todo controlado y el juego comienza a hacérsenos repetitivo, la dinámica cambia y nos llevamos alguna que otra sorpresa. 

Es lo que ocurre cuando debemos enfrentarnos al conocido villano que dedica toda su vida a capturar pitufos: Gargamel. O, más bien, cuando debemos huir de él. En esta parte del juego, como si de un ‘Little Nightmares’ infantil se tratase, deberemos ocultarnos con habilidad y correr. Correr muy rápido. Se trata de una parte del juego que pondrá en un aprieto a aquellos que hayan desdeñado su dificultad en algún punto. La tensión está servida y es esencial ser medianamente hábil con el mando. 

LA SOMBRA DE LOS GRÁFICOS

Pese a lo que podría haber sido esta ‘Operación Vilhoja’, quizá sea el nivel visual uno de los puntos flacos del juego. Con escenarios bastante simples y un mundo muy relativamente abierto, y sin necesidad de destacar en el realismo de los gráficos por su estilo de película de animación, llama la atención la terrible resolución de la imagen. Nos pasamos medio juego rezando para no entrar en un área sombreda, porque incluso poniendo el brillo de la consola a tope es complicado ver algo en la pantalla. Y podríamos pensar que es por no tener el último modelo de Switch OLED, si no fuera porque esta baja resolución contrasta con el perfecto brillo y nitidez de aspectos como el icono del personaje con el que estamos jugando o el medidor de vida. 

En definitiva, ‘Operación Vilhoja’ es una muy entretenida aventura de plataformas, con unos gráficos más que mejorables, pero que promete horas de diversión a jugadores de todas las edades, demostrando que la sencillez no está reñida con la diversión.

Marta C. Catalán

Foto, vídeo y gestión cultural. Aprendiendo a gestionar vías de escape al aburrimiento.

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