Críticas de literatura

Crítica de: «Argar, hijo del demonio», de Andrés Díaz

Resumen de la Crítica

Originalidad
Calidad narrativa
Adictividad
Evasión

Vigoroso

Auténtica Espada y Brujería sin cortapisas

Valoración de los Usuarios 3.6 ( 1 votos)

El panorama nacional de la literatura fantástica, a pesar del delicado momento que atraviesa el mercado editorial, en plena contracción, parece estar viviendo una especie de luna de miel. Una pequeña luna de miel, principalmente de la mano de pequeñas editoriales temáticas que hacen auténticas acrobacias para poner sus títulos en el mercado (edición bajo demanda, pequeñas tiradas, crowdfunding…). Dlorean es una de ellas, con un buen número de títulos en el mercado y una gran presencia en las redes sociales. Entre los lanzamientos del pasado año 2013, nos llama la atención esta colección de relatos de Andrés Díaz, un viejo conocido de los aficionados al género fantástico nacional. Su novela larga La maza sagrada tuvo la mala fortuna de coincidir (más o menos) en el tiempo con otra con la que no tiene nada que ver, la exitosa La espada de fuego, de Javier Negrete; tal vez esta circunstancia le pudo perjudicar un tanto, aun tratándose de obras tan diferentes. Es un error bastante habitual, confundir la fantasía heroica con la espada y brujería. Y es que la primera se originó de la segunda, o más bien ambos géneros se originaron como continuadores de las antiguas sagas nórdicas y las historias de aventuras fantásticas del Próximo Oriente. De cualquier manera, es necesario hacer una clara distinción entre ambos géneros, con el fin de evitar crearnos falsas expectativas a la hora de elegir nuestras lecturas.

Todos sabrán a estas alturas que la fantasía heroica, también llamada high fantasy o epic fantasy (aunque los expertos también establecen ciertas distinciones entre ambos calificativos) se puede aplicar perfectamente a narraciones como El señor de los anillos o El hobbit. En ellas, tradicionalmente se adoptan los esquemas campbellianos en un entorno plagado de magia buena y mala, personajes que suelen presentar una marcada alineación maniqueísta (aunque muchos autores reniegan de este convencionalismo y, afortunadamente, cada vez crean sus propias reglas) y abundan elementos distintivos como dragones parlantes, elfos, enanos gruñones, kenders/hobbits/halflings y un largo etcétera.

La espada y brujería, sword and sorcery, tuvo su origen en las revistas pulp de principios del siglo veinte y tuvo en Robert E. Howard a su máximo exponente, con sus míticas creaciones literarias Conan, Kull, Red Sonja, Solomon Kane, Bran Mac Morn y un largo etcétera. Sus historias tienen lugar en tiempos remotos, continentes desaparecidos o tal vez en un futuro post-apocalíptico de características prehistóricas. El uso de la magia siempre tiene connotaciones negativas y los protagonistas abominan de ella. Abundan también las mujeres exuberantes y lujuriosas, siempre ligeras de ropa. De hecho, el erotismo implícito es otro de sus rasgos característicos. En estas narraciones, las batallas sangrientas cobran una importancia vital, aunque este aspecto se puede encontrar en otro tipo de géneros, y a menudo sus personajes hacen gala de una dudosa moral.

Hecha esta distinción, pido disculpas a los sufridos lectores por el rollo enciclopédico y pasamos a hablar de lo que de verdad nos interesa: Argar, hijo del demonio. Decíamos que se trata de una colección de relatos, y eso ya tirará para atrás a más de uno. A ese grupo de lectores reacios a las narraciones cortas, acostumbrados a devorar ladrillos les diré que, probablemente, la espada y brujería se saborea mejor en las distancias cortas. Es cierto que el propio Howard o más tarde Fritz Lieber, Lin Carter, Poul Anderson, Robert Jordan o nuestro Lem Ryan escribieron novelas o novelettes dentro de este género, casi siempre con extraordinarios resultados, pero su verdadera esencia se destiló durante los años veinte en las páginas amarillentas de los pulps. Así pues, ¿qué podemos esperar encontrar en las páginas de este libro?

Argar
Sin duda, un personaje bastante oscuro

Nos encontraremos con un personaje de oscuro pasado (uno más, pero es que los antihéroes con su puntillo diabólico nos siguen encantando) que se las arregla para meterse en las situaciones más siniestras. Una clara ventaja de este formato frente al de la novela es que permite al autor entrar de lleno en la situación que ha concebido sin tener que desarrollar cien o doscientas páginas en las que nos narra los orígenes y motivaciones del personaje, además de la política y geografía del mundo en el que transcurre la acción. Personalmente, encuentro estas descripciones fatigosas, sobre todo si se trata de literatura de evasión, por muy realista que uno quiera hacerla. Por ello es tan de agradecer un autor que sepa recurrir a las elipsis de manera acertada, con el fin de favorecer una narración dinámica y fluida. No nos engañemos, cada escritor ama el mundo que ha creado y es por eso que se empeña en mostrárselo al lector con todo lujo de detalles, en un intento de hacerlo partícipe de su fervor creativo. En cambio, el género de espada y brujería en su origen huía de todo aquello que oliese a sentar cátedra, a pesar de que Robert E. Howard era un gran estudioso de la Historia. Los estudios y elaboraciones de mapas de su Era Hibórea vinieron años después, de la mano de los fans que intentaban dotar de cohesión a la obra de su ídolo (que, por cierto, ya guardaba una cohesión brutal sin necesidad de tanta zarandaja).

Me gustaría poder decir que Andrés Díaz es un autor que no necesita presentación, pero lamentablemente no es así. Los que llevamos algún tiempo leyendo fantasía y ciencia ficción conocemos sobradamente su obra, pero por desgracia la mayoría de los lectores de género siguen adoleciendo de un tremendo prejuicio infundado sobre los escritores de aquí. Y todo ello a pesar de los bodrios infumables que nos llegan del otro lado del charco, cargados de premios y todo, y en ocasiones acompañados por una traducción no demasiado buena. En cambio, leer una novela en versión original, en el lenguaje con el que fue concebida, siempre es una experiencia estimulante. Pues bien, Andrés Díaz es uno de esos narradores natos que sabe perfectamente cómo dotar a sus creaciones de las dosis justas de cada ingrediente para que resulte adictivo. Del mismo modo, hace gala de un estilo rico, sorprendiéndonos de tanto en tanto con una metáfora original, algo siempre de agradecer. Llama también la atención el dinamismo de sus escenas de lucha, que si bien en La maza sagrada tal vez pecaron de ser demasiado extensas, con lo que el lector acaba fatigado físicamente de tanto mandoble y pirueta, en esta colección de relatos viene como anillo al dedo.

La variedad de las situaciones elegidas para dar tema a los relatos habría dado a luz una novela de ochocientas páginas al menos, tal es su diversidad. Tal y como sucede en otro libro de la misma editorial que revisábamos recientemente, Soldado de fortuna, de Alexis Brito, este también puede ser leído como si fuera una novela por su gran cohesión interna. La única pega reside en que, por algún motivo que se me escapa, el primero de los relatos recogidos es también el más flojo de todos. Esto propició en su día que su lectura retrocediese varios puestos en mi lista de “pendientes”, hasta que el montón bajó unos cuantos tomos más. Para aquellos que, como yo, hayan juzgado el tono del libro por su primer relato, solo puedo decirles que la cosa va de menos a más, alcanzando un nivel muy alto para los amantes más exigentes de la buena espada y brujería, sin excluir a los demás aficionados al fantástico en general. En definitiva, una muy buena elección que defraudará a pocos y hará las delicias de muchos.

Julio M. Freixa

Escritor pulp con aviesas intenciones. Sigue mis historias en las siguientes editoriales: Pulpture, Dlorean, NeoNauta Ediciones, P.U.L.P. y Action Tales.

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