Críticas de videojuegos

Crítica: «Sand Land», sandbox sobre ruedas al estilo Toriyama

Historia
Jugabilidad
Gráficos
Duración

Recomendable

Respira Toriyama absolutamente. Solo con eso ya nos gana, pero es que se trata de un RPG de acción muy solvente que se apoya en la conducción y el combate con vehículos.

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Aunque su versión manga ya hace tiempo (mucho) que se publicó, Sand Land va a quedar como la obra póstuma de su genial autor, debido a que la serie de TV (que se puede ver en Disney +, por cierto) y este videojuego, han salido tras su repentino y triste fallecimiento. Por eso es justo advertir que la imparcialidad puede estar ausente en la valoración que se haga y se hace de este título, estrenado el pasado 25 de abril para PS4, PS5, Steam y Xbox SerieS/X donde hemos tenido el placer de disfrutarlo cortesía de Bandai Namco.

La verdad es que lo hemos pasado muy bien jugándolo y reviviendo la aventura de Beelzebub y sus amigos, aunque jamás te puedes quitar esa sombra que te recuerda, a lo lejos, que este es el último proyecto en el que participó nuestro venerado Toriyama. Porque se nota su mano en muchos aspectos y detalles del juego, cosa que llega a emocionarnos.

Pero intentando dejar a un lado los sentimientos, tenemos que centrarnos en recomendar esta versión jugable de Sand Land, pues mantiene todo lo que hace grande la obra: su humor, sus carismáticos personajes, su historia y su diseño, marca de la casa.

En busca del Manantial Legendario

En su versión videojuego SandLand cuenta lo mismo que en sus otros formatos… más o menos. Su historia principal es la misma pero está enriquecida y aderezada con la aparición de secundarios exclusivos y con la posibilidad de explorar los mapas a nuestro antojo.

Sand Land es un mundo seco, devastado por la sequía eterna que tiene a todos sus habitantes al borde siempre de la muerte. Pero a todos no, la verdad. Porque el Rey saca grandes cantidades de agua que utiliza para su propio beneficio, así que nuestro protagonista Beelzebub, el príncipe demonio, se dedica a robarles parte del cargamento y repartirlo entre sus congéneres.

Pero una leyenda circula por Sand Land: la existencia de un manantial oculto donde hay agua en abundancia. Rao, un valiente sheriff decide embarcarse en la búsqueda del manantial y convence a Beelzebub y a Thief para que le acompañen. Comienza así esta aventura en la que nuestros protagonistas se encontrarán con muchos retos y peligros. De hecho, la localización del manantial será solo el principio, porque los problemas mayores llegarán cuando conozcamos la nación «rival», Forest Land, con sus malvados dirigentes.

Un mundo abierto para recorrer motorizado

Siguiendo la trama principal avanzaremos por un mundo abierto muy bien diseñado que nos transportará por los momentos vividos en el manga y/o el anime, y mucho más. Es un RPG tipo sandbox y como tal tenemos un inmenso mapa por explorar que, además, irá ampliando sus regiones conforme avancemos en la historia. Y si conocéis la obra, ya sabréis que los vehículos tienen una gran importancia, porque atravesar el inmenso y ardiente desierto que es Sand Land no se puede hacer a pie. Sin embargo, en el juego han ido mucho más allá.

Comenzaremos con el coche destartalado de Rao para cambiar al tanque del ejército que «tomamos prestado»… pero eso será solo el principio. Una cantidad considerable de vehículos se irán añadiendo a estos y, a poco que exploremos y cumplamos ciertos requisitos, aumentaremos nuestro garaje exponencialmente. Coches, motos, robots, incluso vehículos voladores que podremos tunear recolectando materiales y usando los conocimientos de otra protagonista, Ann, a la que conocimos en el anime y que guarda un secreto muy importante en su pasado. Además, estos talleres nos permitirán, previa localización de planos y materiales, crear nuestros propios vehículos.

El guiño llega cuando descubrimos que podemos pasar de un vehículo a otro en el acto (usando las famosas cápsulas de Bulma!) a través de una rueda que nos muestra, simultáneamente, cinco vehículos disponibles. Lo ideal es combinarlos, por ejemplo uno rápido y ligero con otro lento y pesado pero potente en armas de fuego… con otro que nos permita saltar y descubrir lugares verticales del mapa a los que no podríamos llegar de otro modo. Y lo mejor es que la conducción de los vehículos es sencilla y precisa, además de divertida. Explorar el basto mundo que nos presenta el juego no es en absoluto tedioso gracias a esta variedad y posibilidad de tuneo, tanto en formas como en armas.

El poder del Príncipe Demonio

No todo es conducir en Sand Land. Hay momentos en los que tendremos que bajar a pie y controlar a Beelzebub, bien sea para interactuar con otros personajes y negociar con ellos o acceder a hacerles recados (las misiones secundarias)… o bien para explorar alguna cueva, a modo de mazmorra… o para enfrentarnos a ciertos enemigos. Beelzebub va sobrado en esto del combate y con unos sencillos comandos podremos defendernos, esquivar, bloquear… o desatar nuestros poderes demoníacos. Además, como buen producto «Toriyama», nuestro protagonista será capaz de aumentar su poder en determinados momentos y realizar ataques demoledores.

En muy pocas ocasiones controlaremos a los compañeros, pero tampoco los echaremos de menos porque la variedad que aportan al juego no es destacable. Pasa lo mismo con los momentos de infiltración, que son fáciles y casi anecdóticos… aunque mantienen ese humor característico cuando, por ejemplo, atacamos a los enemigos por sorpresa dándoles un susto que les deja k.o.

La variedad de enemigos es interesante aunque en algunos de ellos el diseño es un poco precario, y aun se nota más cuando otros destacan en ese mismo aspecto, pero para bien. Sobre todo los jefes, que, por cierto, no entrañan excesiva dificultad hasta llegar a la segunda mitad del juego, cuando la cosa comienza a complicarse… pero no demasiado.

Porque conforme avanzamos por este mundo los enemigos son más fuertes, así que nosotros lo podemos contrarrestar gracias al árbol de habilidades que como buen RPG contiene y a las mejoras en las armas de nuestros siempre presentes vehículos.

El anime en nuestra consola

El cel-shading le sienta de maravilla a Sand Land. Si habéis visto el anime, aquí vais a encontrar los mismos modelados y colores, con la diferencia de que, aquí, los controlas tú. Bandai Namco tiene tradición y solera con este tipo de juegos y se nota mucho la experiencia, pero hay que destacar el trabajo increíble que la gente de ILCA, la empresa desarrolladora, ha volcado en su producto.

Sand Land es un mundo con entidad propia, con su impactante paleta de colores y con su propio y característico diseño. Una creación muy marcada por el talento y el aspecto que Toriyama le otorgó y que se ha respetado, modernizado incluso, pero sin perder ni un solo ápice de su esencia. Y cuanto más te sumerges en él, más te gusta. Influye también que no sea un reto insufrible y constante, sino un juego asequible con una dificultad medida para divertir sin frustrar demasiado.

En el aspecto sonoro también brilla con unas voces en inglés o japonés perfectas y con el español incluído en forma de subtítulos. El trabajo de los actores es similar al de cualquier anime, así que poco más que decir en ese aspecto.

Conclusiones sobre ruedas

Sand Land es más un juego de acción sobre ruedas, o un rpg de conducción, en un mundo abierto. Se ha optado por darle el protagonismo a los vehículos y se ha acertado, porque el control de los mismos se ha cuidado y potenciado. De hecho, los momentos más vibrantes y divertidos los viviremos a bordo de estos vehículos, ya sea un mecha, un tanque volador o una moto. Llega un momento en el que te encuentras cómodo en ellos y bajar a pie, con Beelzebub, será solo por requisito del juego.

Es una de las mejores adaptaciones de manga/anime que hemos jugado, y a estas alturas no se trata de una afirmación vacía. Resulta que Sand Land se ha hecho con cariño y con respeto, al autor y a la obra. Se han seguido los consejos del maestro y se nota, pero también se nota la innovación. Porque no se ha apostado solo por un mundo abierto sin más, que recorrer recolectando coleccionables y concentrarse en la conducción. Se ha puesto mucho empeño en un diseño de mundo potente que, además, sabe mantener ese mensaje no tan velado de alegato ecologista.

Puede pecar de demasiado sencillo a veces, de algunos enemigos o zonas de relleno, de misiones secundarias flojas… pero Sand Land es tan sólido y resultón como sus otras versiones en papel o en TV. Divierte, emociona y te deja saboreando otra de esas genialidades que nos regaló el sensei Toriyama. No es mala despedida.

Giacco

Redactor jefe de las secciones de Cómics y Videojuegos, así como presentador de muchos de los programas de Hello Friki Podcast.

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