Críticas de cine

Crítica: «Take shelter». La enorme complejidad del simple detalle

Resumen de la Crítica

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Los últimos años han resultado ser muy positivos para el cine independiente estadounidense. Con un amplio rango de títulos que va de los géneros más tradicionales como Meek’s Cutoff (2010), Winter’s Bone (2010) o Blue Valentine (2010) a exponentes ligados al under como Trash Humpers (2009), ha tenido un atributo común: el despegue definitivo de figuras –cineastas y actores– que representan las caras que nutrirán en el futuro a la mayor industria cinematográfica mundial. Es difícil decir cuál es la cima de nombres como Kelly Reichardt, Debra Granik, Derek Cianfrance, Harmony Korine, Michelle Williams, Ryan Gosling, Jennifer Lawrence y demás, pero el panorama es más que auspicioso.

En ese grupo de jóvenes artistas se encuentran tres nombres que son los grandes artífices de Take Shelter (2011), una de las mejores películas del año pasado: Jeff Nichols, Michael Shannon y Jessica Chastain.

Nichols nos presenta la historia de Curtis, un simple padre de familia que comienza a tener extrañas alucinaciones acerca de una tormenta que arrasará con la comunidad rural en la que vive. Por eso, comienza a obsesionarse con la idea de construir un refugio de forma de proteger a sus seres queridos.

Como en Shotgun Stories (2007), Nichols nos remite a dos sistemas importantes de la cultura estadounidense: la llanura rural y la familia. Pero el enfrentamiento entre dos grupos familiares de aquel filme muta en esta nueva obra en un enfrentamiento interno del protagonista, en el que se pone permanentemente en duda la delgada línea entre la realidad y la ficción.

El gran condimento que hace a Take Shelter una película imperdible es la decisión del director de dar escasos indicios acerca de qué es una premonición y qué es una alucinación en la mente de Curtis. Para esto, echa mano del mismo recurso de Stanley Kubrick para contar Eyes Wide Shut (1999), es decir, una puesta en escena idéntica para filmar la realidad y los sueños –o las pesadillas, en este caso. El aspecto del filme es pulcro, depurado, naturalista, considerablemente transparente, que no refinado, lo cual mantiene una cierta neutralidad que hace imposible tomar partido por alguno de los dos lados de la historia.

Punto aparte para las actuaciones de Michael Shannon y Jessica Chastain. La joven actriz, tan de moda por estos días, representa a una mujer que se va sumiendo en el abatimiento y la depresión por el estado mental de su marido, sin que eso llegue a afectar del todo su fortaleza física y psíquica para mantener la cordura del núcleo familiar. Y lo de Shannon es simplemente asombroso. Con su enrome contextura de casi dos metros y ese rostro tan alejado de los cánones del cine clásico estadounidense, brinda una interpretación soberbia basada solamente en pequeños gestos, miradas y cambios en el tono de voz que le dan una dimensión enorme a un personaje en permanente conflicto y mutación interna.

Take Shelter es una película sobre los detalles. Son los sutiles y casi imperceptibles gestos de los personajes los que completan esa puesta en escena ascética propuesta por Nichols y los que hacen al filme una obra prolija, oscura, fluida, completamente coherente desde el primer segundo del metraje.

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