Crítica: «Conan el cimmerio 3. Más allá del río Negro», salvaje contra salvajes.

Seguimos con la publicación en castellano del Conan «europeo». La revisión de los relatos clásicos de Robert E. Howard a través de diversos autores consagrados del BD que, publicados por Glénat, ya hace años que aparecieron en las librerías francesas.

Tal y como sucedía en los dos tomos previos, al lector más clásico, hecho al cómic de Conan de la Marvel, le chocará el aspecto que presenta el cimmerio. Y ese es, creednos, el único «pero» que se le puede poner a este tercer tomo. Y es un contratiempo temporal, pues este aspecto del bárbaro pronto encaja con los estándares que tenemos del guerrero salvaje actualmente.

Soltamos esto al principio y lo dejamos ahí, aparte, como anécdota y poco más. Porque este Conan: más allá del Río Negro, merece que nos centremos totalmente en su contenido.

Esta edición queda liberada de un orden cronológico y, como pasaba en los relatos originales, se limita a narrar episodios puntuales en las aventuras del personaje. Se pueden leer los tomos de manera independiente, vamos. En esta ocasión se nos traslada a un punto fronterizo de la provincia de Conahojara, lindando con los territorios pictos y en constante conflicto con estos. El pueblo picto, salvaje y furioso, decide recuperar el terreno que los nuevos colonos han usurpado y una facción del ejército local está allí para intentar resistir. Entre ellos se encuentra Conan, como mercenario. Él será determinante en el conflicto fronterizo y con su habilidad, experiencia y dotes de guerrero, será capaz de enfrentarse a los pictos en su propio terreno.

Mathiu Gabella es el responsable de la adaptación y del guion, y sabe trasladar el opresivo escenario selvático, repleto de amenazas… así como la impresionante figura de un Conan imponente, colosal, al que temen aliados y enemigos y que está ampliamente experimentado en todo tipo de conflictos. Curtido y temerario, leal con aquellos que demuestran merecer su amistad e implacable con sus enemigos. Le complementa a la perfección el diseño de Conan que ha ideado Anthony Jean, el ilustrador del tomo.

Tan majestuoso como intimidante, este Conan encaja con los estándares actuales y puede recordar a otros personajes (guerreros, vikingos…) que todos conocemos de series, videojuegos, etc. Y esa tinta virtuosa se extiende a la obra completa, a como plasma la jungla y su húmeda oscuridad… o el aspecto terrorífico de los pictos. Anthony Jean hace un trabajo incalculable para conseguir llevar las páginas de Howard, repletas de floridas y recargadas descripciones, a imágenes.

Con un estilo recio a la par que elegante, definido y contundente, consigue que la obra se disfrute en el plano visual. Bendito el tamaño «album europeo», de 23 x 31 cm, que ha respetado Planeta Cómic, y que nos permite recrearnos en cada página y en cada composición. El color, que corre a cargo del mismo autor, encaja con el tono de la obra: se produce sobre todo de noche y los azules eléctricos y los tonos mono(o bi)cromos imperan… hasta que llegan las escenas que requieren una ruptura cromática, consiguiendo magnificar el impacto.

Aunque no nos gusta comparar, es posible que este tercer volumen sea el mejor (de momento) de esta serie que rescata al inmortal cimmerio. Son estas adaptaciones las que no solo consiguen mantener a Conan como personaje actual, sino que lo reconstruyen atreviéndose a romper con una iconografía casi sagrada para sus lectores.

De momento, Conan el Cimmerio está salvando la papeleta y superando nuestras expectativas. Aunque visto de otro modo, no hay mejor forma de contar por enésima vez una historia que atreverse a cambiarla en ciertos aspectos. Pero es un riesgo grande que solo se puede solventar con el excelente trabajo de los artistas que han aceptado el reto. Ellos son los encargados de presentar como nuevas estas aventuras antiguas… y nos encantan.