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Crítica: “Batman, Espiral Interminable”. Confiar o no confiar, esa es la cuestión

Resumen de la Crítica

General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición

“La confianza es un lujo que no puedo permitirme”

Una sucesión de impactantes secuencias y una gran construcción psicológica de su protagonista.

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En el momento en que uno sabe que Kevin Smith se mete de lleno en un proyecto para desarrollar una historia de un personaje editorialmente de peso, la incertidumbre sobrevuela en el ambiente. Lo primero que nos llega a la cabeza es que se tratan de sagas laterales a la continuidad, pero con suficiente envergadura para que perdure en el inconsciente colectivo de la comunidad lectora superheroica. Pasó en Daredevil, en Green Arrow y por tanto, también en Batman. Espiral Interminable no es el primer acercamiento del autor en este personaje. Ya le probó en Cacofonía y compartió con nosotros este plato que tan buen sabor de boca nos dejó. Pues aquí pasa lo mismo, aunque en un primer vistazo pueda ser susceptible de ser subestimada. Y es cierto, contemplamos a un Bruce Wayne dubitativo internamente, que no con su misión; muy contemplativo y reflexivo a largo plazo, cuando siempre ha sido un individuo netamente cortoplacista. De ahí que el tono de la obra, con el recorrido laboral de su alter ego de noche y con el discurrir ocioso de su identidad civil de día, peque de ligereza y pueda resulte intrascendente más allá de la curiosidad que conlleva una crónica semanal de este gran personaje. No es un día a día con el villano de la semana y su nueva conquista amorosa, es la reflexión madura de toda una vida encaminada a ayudar a los demás menos así mismo y si ha llegado el momento de lo contrario. Es el encuentro con el convencimiento de que la felicidad es posible y que las cicatrices han recogido el fruto que la lucha ha sembrado para dormir del tirón. Y ello, a pesar de la espiral interminable que envuelve al murciélago.

En una interesante simbiosis entre historia río y episodios autoconclusivos, Smith explora con los anteriores presupuestos la psicología de un Batman más generoso con los demás y extremadamente aperturista, pero a su vez con la contradicción interna de si precisamente esta circunstancia pudiera ser su auténtico talón de Aquiles, donde el villano de turno pueda internarse y destruirle por completo. Si la excesiva confianza fuera verdaderamente su kryptonita.

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Todas estas conclusiones se construyen partiendo de elementos muy sólidos. Un antiguo amor que regresa, un nuevo héroe de métodos y apariencia muy parecidos que apunta buenas maneras y el vacile de sus hermanos de sangre, y entre medias una serie de enfrentamientos donde el guionista recuerda que cuando quiere mostrar terror y violencia se mueve como cualquier experto en la materia. No todo son gracietas y humor negro, que las hay y bien tiradas por cierto. Que no se nos olvide que un personaje como Batman puede codearse con momentos gore como el que más. Si es gratuito, sin duda sobra, pero en ningún momento se da este hecho en esta obra. Ver a Etrigan devorar miembros amputados, chavales atravesados por frondosa vegetación y oftalmólogos atravesados desde los ojos por su propio instrumental, podría sacar de quicio si no sirve para acreditar que Gotham es un lugar muy chungo y que esta peña es peligrosa de narices. No es una fiesta de sangre y vísceras precisamente, y sin duda no es donde radica el peso de la trama, pero es importante para resaltar que no estamos ante una obra más de Batman. Los villanos de Smith están enloquecidos, son incontenibles. Por ejemplo, Mr. Frio, quien congela una emisora de radio entera con los empelados dentro sólo por un comentario injurioso del director hacia su difunta esposa deja sin liento y a su vez no se desmarca con sus motivaciones de siempre). Creo que la participación de los enemigos que Batman se encuentra (varios rescatados de tiempos pretéritos con particularidades casi ridículas) es un valor añadido para los que no hayan conectado con la premisa principal, y así llenen su cesta de momentos terroríficos e impactantes. Para los que la combinación de intrascendencia disfrutable con trascendencia insospechada formen un binomio indisoluble, la sensación de obra importante pero disfrutable está asegurada.

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En cuanto al guión de Smith, lo considero muy meritorio por comprimir en seis grapas muchos eventos personales relevantes con secuencias muy de comic de superhéroes (al fin y al cabo este es el escenario donde nos encontramos) pero también por usar un tono muy realista y extremadamente cotidiano en el detrás de las cámaras de Bruce Wayne y amigos que casi los hacen reales. Explora parcelas alejadas de los episodios esclavos de la continuidad que permiten verlos de carne y hueso. Aún así creo que se sobrepasa con las referencias sexuales explícitas, algo que no sobra en su producción, ya sea en el noveno arte como en el cinematográfico. En Mallrats tenía su gracia, pero estirar esta obsesión de forma desmesurada cansa un poco. Creo que aquí hay exposiciones a este respecto un poco pasadas de rosca. No desmonta el mueble pero roza el peligro, máxime cuando no es necesario para que la obra en su conjunto sea rompedora y autónoma de las series regulares.

Como descubrimiento, me quito el sobrero con su nueva creación, Bafomet. En apenas tres esbozos y breves intervenciones construye un personajazo por su carisma, buena voluntad pero de transparente ingenuidad y creíble inseguridad. Esta es de esas creaciones que entran por los ojos y pides más por ella.

Al dibujo tenemos a su amigo y socio Walter Flanagan, quien también intervino en Cacofonía, del que reconozco en un principio que la violencia mostrada no se correspondía con su estilo limpio lleno de sucesivas imágenes de gran tamaño, pero que a poco a poco me fue convenciendo para acabar creyendo que la acción y violencia es vivida y proporcionada. Su estilo me recuerda a una combinación entre Bill Willingham (Fábulas), Tony Daniel (Batman RIP) y Gary Frank (Midnight Nation). A destacar las numerosas composiciones cinematográficas que engrandecen tanto las secuencias de acción como las cotidianas: ese Robin asomándose sorpresivamente detrás de un enorme primer plano del sádico Cornelius Stirk; esa doble página partiendo con la última frase de una desconcertante exposición de Mr. Frio congelando a un tipejo de cuello para abajo, cuya tétrica imagen da sentido a ese alegato que en un principio no sabíamos a donde iba o esa terrorífica aparición inesperada de Etrigan devorando a un pobre hombre esclareciendo uno de esos casos detectivescos al más puro estilo Batman. Francamente este tipo de recursos, al menos para el que escribe, elevan el nivel de entretenimiento.

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Para acabar, no podemos ignorar las impresionante portadas de un maestro en estas lides como es Bill Sienkiewicz que representan la locura que supone la vida de Bruce Wayne por culpa del lastre de su justiciera doble vida. Si la vida nos pesa a todos, a alguien así prácticamente le asfixia. En definitiva, el trayecto que supone vivir en un perpetuo laberinto personal insalvable. Pero es que las alternativas no se quedan atrás. Eso sí, antagónicas del anterior. Más clásicas pero absolutamente bellas e hiperrealistas. Coloreadas desde el dibujo, estilo que el gran Gene Ha usa no con mucha frecuencia, que deja un resultado como si de una fotografía de primera categoría se tratara.

Me despido con un consejo. No se os ocurra ojear el volumen antes de comprarlo, que hay muchas sorpresas que merecen ser descubiertas a medida que la lectura te aleja de tus quehaceres cotidianos. No lo olvidéis.

Batman: The Widening Gyre nº 1-6, DC Comics. Batman: Espiral Interminable, ECC Ediciones. Cartoné. Color. 200 pags. Fecha de edición: Junio 2016.

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